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Farmaindustria explica en un encuentro iberoamericano el caso de éxito de la I+D biomédica en España

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Una de las mesas del Foro.

España se ha convertido en los últimos años en uno de los países con mejores condiciones para albergar la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos, hasta el punto de que los médicos e investigadores españoles participan ya en uno de cada tres ensayos clínicos realizados en Europa, e incluso “para muchas compañías multinacionales se ha convertido ya en el segundo destino en inversiones en ensayos clínicos tras Estados Unidos”, algo que hubiera sido impensable hace unos pocos años.

La adopción temprana, en 2016, de la nueva legislación comunitaria sobre investigación clínica, ha contribuido a afianzar las buenas condiciones que ofrece España para albergar ensayos clínicos, como el hecho de contar con profesionales sanitarios altamente cualificados, un sólido Sistema Nacional de Salud, una creciente implicación de los pacientes y una industria comprometida con la investigación.

Así, desde Farmaindustria se explicó en el marco del Foro de la Salud y el 26º Foro Farmacéutico de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI) [2], que se celebran estos días en Cartagena de Indias, donde se han dado cita más de 1.400 representantes del sector sanitario y de la industria farmacéutica del ámbito iberoamericano.

“No hay otra forma que hacer I+D de nuevos medicamentos que a través de la colaboración público-privada, y por ello desde Farmaindustria se puso en marcha en 2006 el Proyecto BEST [3], una plataforma estratégica en la que se integran todos los agentes públicos y privados para fomentar excelencia en investigación clínica de medicamentos en España”, señaló Amelia Martín Uranga, responsable de la Plataforma de Medicamentos Innovadores de Farmaindustria. En la misma línea, la Asociación impulsa también del programa Farma-Biotech [4], que persigue poner en contacto a los pequeños grupos de investigación independientes y las start-ups con las compañías capaces de afrontar el desarrollo de potenciales tratamientos.

En lo que se refiere al Proyecto BEST, cuenta ya con 50 compañías farmacéuticas, 13 comunidades autónomas, 54 hospitales y seis grupos de investigación independientes. Desde su inicio recoge ya más de 3.300 ensayos clínicos y casi 25.000 participaciones de centros en este tipo de estudios, que reflejan claramente el compromiso de las compañías con la I+D. Además, en términos globales, la industria farmacéutica es la promotora de casi ocho de cada diez ensayos clínicos autorizados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), según se refleja en la última Memoria [5] de esta entidad.

De hecho, en España el sector es el líder absoluto en inversiones en I+D industrial, con 1.147 millones de euros, más de un 20,3% del total. Además, la tendencia actual es evolucionar hacia una mayor colaboración con terceros en investigación, de forma que casi la mitad de la inversión en I+D de los laboratorios se hace en cooperación con centros de investigación y hospitales públicos y privados.

En cuanto a los ensayos clínicos específicamente, la inversión realizada en España por las compañías farmacéuticas se ha más que duplicado entre 2005 y 2017, desde los 299 millones hasta los 662, lo que supone un incremento sostenido del 7% anual, y eso pese al inevitable bache de los duros años de la crisis.

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Los plazos de puesta en marcha de los ensayos clínicos, un factor determinante para lograr inversiones en este ámbito, se han reducido además de forma importante tras la entrada en vigor del nuevo Real Decreto de Ensayos Clínicos de 2015, que permitió a España adoptar de forma temprana la nueva normativa comunitaria al respecto, pasando de 140 días en 2016-2017 a 132 días en 2018 (último dato disponible).

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Además, comparando a España con otros países europeos que participan en los mismos ensayos se puede apreciar cómo ha mejorado la situación, ya que mientras que en el periodo 2004-2010 un total de 16 países contaban con menores plazos, en el periodo 2011-2018 el número de países se ha reducido a sólo seis.

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Por si fuera poco, y tal como recalcó la representante de Farmaindustria, los ensayos clínicos suponen ahorros muy importantes para los hospitales que participan en ellos, lo que permite a estos centros dedicar mayores partidas a otras áreas. Un buen ejemplo es un análisis realizado por el Servicio de Oncología del Hospital Vall d’Hebron, de Barcelona, en el periodo 2014-2016. En el centro catalán se realizaron en ese tiempo 889 ensayos, con la participación de 2.879 pacientes, con un coste evitado de más de 20 millones de euros. Al mismo tiempo, esos ensayos mejoran el prestigio y la formación científica de los profesionales y, sobre todo, permiten a los pacientes un acceso temprano a terapias que aún no están en el mercado.

En cuanto a sus aportaciones a la salud, los medicamentos innovadores han sido, sin duda, el factor más importante en las últimas décadas en el incremento de la esperanza de vida. En lo que llevamos de siglo son los responsables del 73% del incremento de la esperanza de vida. En concreto, entre 2000 y 2009 se logró ganar 1,74 años de esperanza de vida en los países integrados en la OCDE, de los cuales 1,27 años son una consecuencia directa de la innovación farmacéutica.

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Amelia Martín, durante su intervención en el plenario.

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Asistentes al Foro.