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La hepatitis C, una enfermedad acorralada gracias a los medicamentos innovadores

El tratamiento de la hepatitis C es el protagonista de uno de los mayores logros de la I+D farmacéutica de este siglo, y una de las mejores pruebas de que el esfuerzo realizado en la investigación de nuevas terapias se traduce en avances que no sólo son capaces de mejorar los síntomas o convertir en crónicas enfermedades mortales, sino también de curar.

El caso de la hepatitis C es paradigmático por tratarse de una enfermedad que hasta hace pocos años -y hasta que llegaron a los pacientes los nuevos antivirales de acción directa (AAD)- terminaba provocando con el paso del tiempo complicaciones como la cirrosis, la hipertensión portal, la descompensación hepática y el desarrollo de carcinoma hepatocelular, que finalmente producía la muerte.

Y todavía hoy, según datos de la Organización Mundial de la Salud, que celebra este sábado, 28 de julio, el Día Mundial [1] de esta patología, la hepatitis C afecta a 71 millones de personas en todo el mundo y es responsable de casi 400.000 fallecimientos al año debido a la cirrosis y al carcinoma hepatocelular.

Sin embargo, el panorama está cambiando rápidamente a mejor al irse incorporando los nuevos medicamentos desarrollados a medida que se ha ido conociendo mejor, a nivel molecular, el ciclo vital del virus VHC. Estas nuevas terapias han logrado cambiar el curso de esta enfermedad logrando tasas de respuesta viral sostenida o VRS [2] (cuando el virus responsable de la enfermedad es indetectable en la sangre) superiores al 95%.

Esto es, precisamente, lo que ha ocurrido en España, uno de los países de Europa con mejor acceso a los nuevos tratamientos, donde se ha incorporado una docena de nuevas terapias desde 2011 (siendo especialmente relevantes las autorizadas en 2014, que se administran libres de interferón) y donde ya hay más de 110.000 pacientes tratados con los nuevos AAD [3], según los últimos datos del Plan Estratégico para el Abordaje de la Hepatitis C [4] en el Sistema Nacional de Salud (PEAHC) del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.

Según destaca el propio Ministerio, estas nuevas terapias, que bloquean la acción de proteínas esenciales para replicación del VHC y son efectivas en un plazo de 8 a 12 semanas, presentan cuatro grandes ventajas sobre los tratamientos anteriores: simplifican el tratamiento; reducen las necesidades de seguimiento de los pacientes; aumentan las tasas de curación (hasta cifras del 95%), algo impensable hasta ahora, y retrasan, en su caso, la aparición de complicaciones tardías y severas de la enfermedad.

Más de 1.100 trasplantes de hígado evitados

Asimismo, según datos recogidos en el informe El valor del medicamento desde una perspectiva social [5], de la Fundación Weber, la aparición de estas nuevas terapias evitará en España más de 8.600 casos de cirrosis, unos 5.500 casos de cáncer hepatocelular y más de 1.100 trasplantes de hígado, lo que en su conjunto supone una ganancia de unos 154.000 años con calidad de vida.

Pese a todos los avances, la OMS recuerda que sigue siendo muy importante la prevención para evitar nuevos casos, ya que, a diferencia de lo que ocurre con las hepatitis A y B, aún no existen vacunas eficaces para prevenir la infección por el VHC. Por ello, es esencial reducir el riesgo de exposición al virus en el entorno sanitario, en los grupos de población de alto riesgo -como los consumidores de drogas inyectables- y en los contactos sexuales.

El VHC se transmite por la sangre, generalmente al compartir material de inyección, al reutilizar o esterilizar de forma inadecuada instrumental médico-quirúrgico y a través de transfusiones de sangre y productos sanguíneos sin analizar. El VHC también se puede transmitir de una madre a su hijo durante el embarazo.