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La industria farmacéutica, activo clave para el progreso sanitario y económico de Europa

La industria farmacéutica se ha erigido en Europa como uno de los activos más importantes para el progreso biomédico y la economía. Así lo certifica el último informe con los principales indicadores del sector, publicado este martes por la Federación Europea de Asociaciones de la Industria Farmacéutica [1] (Efpia), que muestra que las compañías farmacéuticas innovadoras conforman el sector industrial más intensivo en I+D en el continente europeo.

En 2020, el sector invirtió cerca de 39.000 millones de euros en investigación, empleó directamente a unas 830.000 personas en toda la región -de los cuales 125.000 desarrollan su labor en los departamentos de I+D de las compañías- y por cada trabajador, esta industria genera otros tres empleos indirectos. Produce por valor de 310.000 millones de euros, su cifra de exportación ya alcanza los 515.000 millones y aporta casi 122.000 millones de euros a la balanza comercial de la UE de los 28, la más alta generada con respecto a todos los sectores basados ​​en la investigación.

Asimismo, la industria farmacéutica continúa contribuyendo con importantes mejoras en el bienestar del paciente. Los ciudadanos europeos han visto incrementada su esperanza de vida en 30 años en el último siglo, y los avances en la investigación biomédica han sido críticos en estas mejoras, ya que han provocado reducciones de los índices de mortalidad en enfermedades tan graves como el VIH/sida o algunos tipos de cánceres y proporcionado en general una mejor calidad de vida, explica el informe La industria farmacéutica en cifras [2].

A pesar de las buenas cifras, prueba del compromiso de la industria farmacéutica innovadora con la prosperidad europea, el sector se enfrenta a desafíos de calado en el futuro más inmediato. Además de obstáculos regulatorios adicionales y del aumento de los costes de la I+D -cada vez más compleja-, las compañías se han visto directamente afectadas por las medidas de austeridad fiscal introducidas por gran parte de los Estados miembro desde 2010.

Otro reto al que se enfrenta el sector es el rápido crecimiento, a nivel de mercado y en el terreno de la investigación, de economías emergentes como Brasil, China e India, lo que está conllevando una paulatina migración de actividades económicas y de I+D desde la Unión Europea hacia estos mercados. Entre 2015 y 2020, los mercados brasileño, chino e indio crecieron un 11,3%, un 4,8% y un 10% respectivamente, en comparación con el crecimiento medio del 5% marcado por los cinco primeros países de la UE y el 4,9% de Estados Unidos, según el informe Midas (Iqvia, abril de 2021).

También el potencial europeo está sufriendo un detrimento en comparación con el mercado norteamericano, que en 2020 representó el 49% de las ventas farmacéuticas mundiales frente al 23,9% de Europa. A esto se suma que el 63,7% de las ventas de nuevos medicamentos lanzados durante el periodo 2015-2020 se registraron en el mercado estadounidense, frente al 17,4% de los cinco principales mercados europeos, como revela el citado informe de Iqvia.

La importancia de una Estrategia Farmacéutica Europea bien orientada

“Los datos de este documento muestran que Europa tiene una base sólida sobre la que construir su posición como referente mundial de investigación e innovación. Pero las cifras también revelan la migración gradual de la actividad económica y de investigación a otras regiones del mundo”, explica el presidente de Efpia, Hubertus von Baumbach. “Para hacer realidad la ambición compartida de que Europa sea un líder mundial en innovación en ciencias de la vida -añade- es fundamental que utilice la futura Estrategia Farmacéutica Europea [3] y la Estrategia Industrial para mantener y desarrollar un marco regulatorio sólido y predecible, aprovechar el valor que aportará la digitalización y garantizar un ecosistema de innovación basado en incentivos y protección de la propiedad industrial”.

Precisamente, la industria farmacéutica ha manifestado sus dudas a propósito de algunas de las medidas que se apuntan para el desarrollo de la Estrategia Farmacéutica Europea [4], como la reducción de incentivos a la I+D, y está proponiendo un Foro de Alto Nivel en el que, junto a los responsables comunitarios, participen comunidad científica, pacientes e industria, de modo que enriquezcan la visión para asegurar que la Estrategia crea el marco más adecuado para el impulso a la investigación, producción y acceso a los medicamentos en la región.

En este sentido, el impacto de la pandemia provocada por la Covid-19 ha evidenciado el vínculo entre salud y prosperidad económica y social. En respuesta a la crisis, la industria farmacéutica ha demostrado su capacidad de innovación, logrando en menos de un año tener disponibles varias vacunas seguras y efectivas, y la resistencia de la cadena de suministro global de medicamentos, como quedó reflejado en los meses más duros de la pandemia. Por lo tanto, se trata de un sector llamado a desempeñar -en los próximos meses y años- un papel clave en el impulso de la recuperación de Europa, el desarrollo de la resiliencia en el continente y el crecimiento futuro, a la vez que se asegura un acceso más rápido y equitativo a los medicamentos para los pacientes europeos.