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“Los medicamentos innovadores son salud, ahorro y eficiencia, por lo que nunca pueden ser un problema para la sostenibilidad, sino una solución”

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Francisco J. Fernández (Farmaindustria), Isabel Pineros (Ministerio de Sanidad), Jesús Aguilar (Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos), Roberto Saldaña (ACCU), Ángel Luis Rodríguez de la Cuerda (Aeseg) y Teresa Chavarría (Comunidad de Madrid).

 

“Los medicamentos innovadores son salud para las personas, puesto que son responsables del 73% del aumento de la esperanza de vida en el mundo desarrollado, y son eficiencia para el sistema, porque ahorran; por lo tanto, nunca pueden ser un problema para la sostenibilidad, sino una solución”. Así lo manifestó Farmaindustria este jueves en una mesa de debate sobre Sanidad sostenible dentro del III Congreso de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, que se celebra estos días Madrid.

A esta afirmación se suma el compromiso de las propias compañías farmacéuticas. “La razón de ser de la industria farmacéutica es la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos que aporten soluciones a los pacientes –afirmó Francisco J. Fernández, director de Comunicación de Farmaindustria-, y también que esos medicamentos lleguen a quienes los necesitan”. Así, ligó el concepto de innovación al de acceso, y ambos al de sostenibilidad. “Son conceptos indisolublemente unidos”, dijo.

Con respecto a la sostenibilidad, Fernández respondió a las afirmaciones de que los medicamentos innovadores ponen en riesgo al sistema sanitario. Explicó que el medicamento es ahorro, tanto directo (en otras prestaciones sanitarias) como indirecto (al reducir los gastos en cuidadores o las bajas laborales), tal como muestra la evidencia científica.

Y, si esto es así a medio plazo, a corto tampoco hay riesgo acuciante. Enumeró en este sentido los diferentes mecanismos de racionalización de la inversión en medicamentos: desde la regulación de precios (“un sistema garantista y regulado por ley en el que participan el Gobierno y las CCAA, además de otros expertos cuando se considera necesario”) a las medidas de colaboración entre laboratorios y administraciones sanitarias (techos de gasto, pago por resultados…), la competencia dentro del periodo de protección industrial del medicamento (“una realidad creciente, puesto que a menudo aparecen con rapidez fármacos distintos para una misma indicación”), la competencia al expirar la patente (“con llegada de genéricos y las consiguientes bajadas de precios”) y el Convenio de colaboración entre el Gobierno y Farmaindustria (“que, grosso modo, implica que si el gasto público en medicamentos crece más de lo que lo hace el PIB la industria devuelve la diferencia”).

Todo esto, explicó, permite que la realidad de hoy sea que sólo el 30% del gasto público en fármacos corresponda a medicamentos de menos de 10 años, los que estarían bajo protección industrial, y que esa proporción se mantenga constante en los últimos años pese a que no han dejado de incorporarse innovaciones y a que el gasto farmacéutico total haya caído del 1,57% del PIB en 2010 al 1,44% en 2018. “Y nos permite por tanto –añadió- estar en condiciones de garantizar el acceso de los pacientes al medicamento en un marco sostenible y trabajar así en las medidas que faciliten extraer la mayor eficiencia a la innovación”.

¿Y qué medidas son necesarias? Pues, en primer lugar, “hablar del medicamento como inversión, que es lo que demuestra la evidencia, y no como gasto -dijo Fernández-, y darle el papel protagonista que tiene, cada vez más relevante en una sanidad que deja de ser de agudos para serlo de crónicos”. En segundo lugar, avanzar en la medición de los resultados en salud de las innovaciones, “algo para lo que ya disponemos de los instrumentos, las tecnologías de la información, y que es imprescindible para conciliar acceso de los pacientes a los nuevos medicamentos y eficiencia y sostenibilidad del sistema sanitario”. Y, en tercer lugar, modificar el modelo de financiación, para trascender la visión a corto plazo que impone la política presupuestaria e introducir una perspectiva más amplia que tenga en cuenta el valor clínico, económico y social de la innovación y cómo se traduce en ahorro para el sistema sanitario a medio y largo plazo”.

Fernández insistió en ligar innovación, acceso y sostenibilidad, y subrayó el compromiso de la industria farmacéutica con los pacientes, como razón de ser del trabajo de investigación en nuevos medicamentos, y con el sistema sanitario. Y animó trabajar juntos a todos los agentes del sistema sanitario para fortalecerlo y atender mejor los desafíos que hay por delante.

En la mesa, moderada por Jesús Aguilar, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, participaron también Teresa Chavarría, directora general de Investigación, Docencia y Documentación de la Comunidad de Madrid; Isabel Pineros, vocal asesor de la Dirección General de Cartera Básica de Servicios del SNS y Farmacia del Ministerio de Sanidad; Roberto Saldaña, gerente de la Confederación de Asociaciones de Enfermos de Crohn y Colitis Ulcerosa de España (ACCU), y Ángel Luis Rodríguez de la Cuerda, secretario general de la Asociación Española de Medicamentos Genéricos (Aeseg).