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“Los recursos dedicados a la sanidad y el medicamento contribuyen también a la equidad, la eficiencia y el crecimiento económico”

Juan Yermo (director general de Farmaindustria), Raimundo Pérez-Hernández (director de la Fundación Ramón Areces), Gonzalo García Andrés (secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa), y Jesús Ponce (presidente de Farmaindustria). [1]

Juan Yermo (director general de Farmaindustria), Raimundo Pérez-Hernández (director de la Fundación Ramón Areces), Gonzalo García Andrés (secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa), y Jesús Ponce (presidente de Farmaindustria).

“La dura experiencia de la Covid-19 ha puesto de manifiesto para el conjunto de la sociedad lo que ya la evidencia científica había constatado: que la inversión en sanidad, en medicamentos, en investigación biomédica, no es tanto un gasto cuanto una inversión. Y una inversión con retornos sanitarios, económicos y sociales”. Con este mensaje, el presidente de Farmaindustria, Jesús Ponce, resaltó este jueves en el Encuentro de Alto Nivel El medicamento y el valor social de invertir en sanidad cómo la inversión en salud e innovación sanitaria ha mejorado tanto la salud y el bienestar de la población como la equidad y la eficiencia económica de los países.

Este foro reúne hoy y mañana en Madrid a autoridades sanitarias españolas y europeas, reputados expertos nacionales e internacionales en economía y representantes de la academia y de las compañías farmacéuticas para analizar el valor social del medicamento y la inversión en sanidad.

Aunque se haya comprobado durante la pandemia el impacto de esta inversión en salud, estos retornos son difíciles de cuantificar, destacó Ponce, que estuvo acompañado en la apertura del encuentro por el secretario de Estado de Economía y Apoyo a la Empresa, Gonzalo García Andrés. “Todos nos hemos visto afectados en alguna medida por esta terrible pandemia: hemos tenido familiares que han sufrido, o incluso que han fallecido; hemos tenido problemas en nuestras empresas; hemos padecido la obligación de quedarnos en casa o de salir con mascarilla y guardar distancias; hemos, en fin, experimentado el temor y la incertidumbre de enfrentarnos a lo desconocido. Pero ¿cómo se mide todo esto?”, planteó.

Una idea es el impacto económico que ha tenido en los países, dijo. “Por ejemplo, el PIB español cayó en 2020 un 11%, es decir, unos 150.000 millones de euros. Pero, ¿y el coste de las vidas? ¿De las semanas y meses de ingresos hospitalarios? ¿De las largas recuperaciones de muchos afectados? ¿Y del miedo, de la angustia de una sociedad ante una experiencia que parecía de ciencia ficción?”, se preguntó.

Efecto multiplicador de la inversión en salud

Para intentar responder a estas preguntas citó a dos de los expertos que participan en las jornadas, el presidente del Consejo Económico y Social, el economista Antón Costas, y el profesor de Economía de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, Frank Lichtenberg. “En una reciente conferencia, Costas aseguraba que la pandemia nos ha hecho ver que teníamos las prioridades equivocadas como país y que un euro invertido en salud tiene un efecto multiplicador en términos de crecimiento económico y de empleo muy superior a la inversión de ese mismo euro en muchas otras actividades”.

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En el caso concreto de la innovación en medicamentos, el profesor Lichtenberg, destacó Ponce, tiene publicados estudios que muestran con evidencia empírica los incrementos en la esperanza de vida y los consiguientes beneficios en productividad y crecimiento económico de los países gracias a los nuevos medicamentos aparecidos en las últimas décadas. De hecho, recordó, ha mostrado que hasta el 73% del incremento en la esperanza de vida en los países desarrollados se debe a los medicamentos.

“Sus estudios calculan también -añadió Ponce- los ahorros directos que el uso de medicamentos innovadores genera en otras prestaciones sanitarias, lo cual debería computarse en un análisis del valor social del medicamento, de su valor para la sociedad en su conjunto, tal y como lo requiere nuestra legislación”.

Esta evidencia y la última experiencia tan dramática que se ha vivido con la pandemia deberían ayudar para tomar medidas para el futuro, instó Ponce: “Debe ayudarnos a revisar nuestros esquemas, metodologías y regulaciones, y a valorar mejor la salud y el bienestar de la población”.

“Desde Farmaindustria -aseguró- estamos convencidos de que desde el diálogo y el entendimiento de todos los agentes encontraremos el modo de recorrer el camino de reforma de nuestro sistema con el fin común de mejorar la vida de las personas”.